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martes, 19 de junio de 2012

«Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 19,2)


«Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 19,2)
Todos sabemos que existe un Dios que nos ama, que nos ha creado. Podemos acudir a él y pedirle: «Padre mío, ayúdame. Deseo ser santa, deseo ser buena, deseo amar. La santidad no es un lujo para unos pocos, ni está restringida sólo a algunas personas. Está hecha para ti, para mí y para todos. Es un sencillo deber, porque si aprendemos a amar, aprendemos a ser santos.

El primer paso para ser santo, es desearlo. Jesús quiere que seamos tan santos como su Padre. La santidad consiste en hacer la voluntad de Dios con alegría. Las palabras «deseo ser santo» significan: quiero despojarme de todo lo que no sea Dios; quiero despojarme y vaciar mi corazón de cosas materiales. Quiero renunciar a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis caprichos, a mi inconstancia y ser un esclavo generoso de la voluntad de Dios.

Con una total voluntad amaré a Dios, optaré por Él, correré hacia Él, llegaré a Él y lo poseeré. Pero todo depende de las palabras, «Quiero» o «No quiero». He puesto toda mi energía en la palabra «Quiero»

¡OH, CÒMO ES BELLO ESTAR CON JESÙS Y NUESTRA DULCE MÀMA, AÙN EN MEDIO DE MIL TORMENTOS...!


¡OH, CÒMO ES BELLO ESTAR CON JESÙS Y NUESTRA DULCE MÀMA, AÙN EN MEDIO DE MIL TORMENTOS...!
"Doliente Màma mía, llorando te suplico que no permitas que por ahora Jesús nos sea quitado de nuestra mirada. Espera que primero me encierre en Jesús para tomar su Vida en mí,. Si Tú no puedes vivir sin Jesús, que eres la Sin Mancha, la Santa, la Llena de Gracia, mucho menos yo que soy la debilidad, la miseria, la llena de pecados, ¿Cómo puedo vivir sin Jesús? Ah Mamá dolorosa, no me dejes sola, llévame contigo; pero antes deposítame toda en Jesús... Vacíame de todo para poder poner a todo Jesús en mí, así como lo has puesto en Ti. Comienza conmigo el oficio materno que Jesús te diò estando en la cruz, y abriendo mi pobreza extrema una brecha en tu corazón materno, con tus mismas manos maternas enciérrame toda, toda en Jesús... Encierra en mi mente los pensamientos de Jesús, a fin de que ningún otro pensamiento entre en mí... Encierra los ojos de Jesús en los míos, a fin de que jamás pueda huir de mi mirada... Pon su oído en el mío, para que siempre lo escuche y cumpla en todo su Santísimo Querer... Su rostro ponlo en el mío, a fin de que mirando aquel rostro tan desfigurado por amor mío, lo ame, lo compadezca y repare... Pon su lengua en la mía para que hable, rece y enseñe con la lengua de Jesús...Sus manos en las mías para que cada movimiento que yo haga y cada obra que realice tomen vida de las obras y movimientos de Jesús... Pon sus pies en los míos, a fin de que cada paso que yo dé sea vida para las otras criaturas, vida de salvación, de fuerza, de celo para todas las criaturas.
Desolada Màma, mira a la pequeña hija tuya, soy demasiado pequeña, y por mi sola ni puedo ni quiero vivir... Ponme sobre tus rodillas y estréchame entre tus brazos maternos, haz conmigo de Màma, tengo necesidad de guía, de ayuda, de sostén, mira mi pobreza y sobre mis llagas derrama una lágrima tuya, y cuando me veas distraída estréchame a tu corazón materno, y vuelve a llamarme a la Vida de Jesús...
Mi Santìsima Màma, te ruego que me encierres en Tù corazòn y en el corazón de Tù santísimo Jesús, y Tú doliente Màma mía, hazme de centinela a fin de que Jesús no me ponga fuera de su corazón, y que yo, aunque lo quisiera, no me pueda salir. Por eso te beso tu mano materna y bendíceme..."

JESÙS...
“Vosotros, todos los que me amáis, vengan a aprender el heroísmo del verdadero amor; vengan a apagar en mi sangre la sed de vuestras pasiones, la sed de tantas ambiciones, de tantas vanidades y placeres, de tanta sensualidad; en esta mi sangre encontraréis el remedio a todos vuestros males.”

Día litúrgico: Martes XI del tiempo ordinario, 19 de Junio del 2012 ¡El amor perfecto de Jesús!


"Un amor que va más allá de mi pobre entendimiento... ¡Es tan único...!... ¡El amor perfecto de Jesús! ¡El INENTENDIBLE AMOR DE JESÚS!"
Rileguz
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Martes XI del tiempo ordinario, 19 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 5,43-48):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial»..."
MEDITACIÓN:
Hoy, Cristo nos invita a amar. Amar sin medida, que es la medida del Amor verdadero. Dios es Amor, «que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mt 5,45). Y el hombre, chispa de Dios, ha de luchar para asemejarse a Él cada día, «para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5,45). ¿Dónde encontramos el rostro de Cristo? En los otros, en el prójimo más cercano. Es muy fácil compadecerse de los niños hambrientos de Etiopía cuando los vemos por la TV, o de los inmigrantes que llegan cada día a nuestras playas. Pero, ¿y los de casa? ¿y nuestros compañeros de trabajo? ¿y aquella parienta lejana que está sola y que podríamos ir a hacerle un rato de compañía? Los otros, ¿cómo los tratamos? ¿cómo los amamos? ¿qué actos de servicio concretos tenemos con ellos cada día?
Es muy fácil amar a quien nos ama. Pero el Señor nos invita a ir más allá, porque «si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?» (Mt 5,46). ¡Amar a nuestros enemigos! Amar aquellas personas que sabemos —con certeza— que nunca nos devolverán ni el afecto, ni la sonrisa, ni aquel favor. Sencillamente porque nos ignoran. El cristiano, todo cristiano, no puede amar de manera “interesada”; no ha de dar un trozo de pan, una limosna al del semáforo. Se ha de dar él mismo. El Señor, muriéndose en la Cruz, perdona a quienes le crucifican. Ni un reproche, ni una queja, ni un mal gesto...
Amar sin esperar nada a cambio. A la hora de amar tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. La perfección la tenemos en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras ocupaciones diarias. Haciendo lo que toca en cada momento, no lo que nos viene de gusto. La Madre de Dios, en las bodas de Caná de Galilea, se da cuenta de que los invitados no tienen vino. Y se avanza. Y le pide al Señor que haga el milagro. Pidámosle hoy el milagro de saberlo descubrir en las necesidades de los otros....
Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu (Rubí, Barcelona, España)

"LA FE DOLOROSA DE MARÍA JUNTO A LA CRUZ"


LA FE DOLOROSA DE MARÍA JUNTO A LA CRUZ
María estaba junto a la cruz... Su Hijo agonizaba sobre aquel madero como un condenado. ¡Cuán grande, cuán heroica en esos momentos la obediencia de la fe demostrada por Maria ante los insondables designios de Dios! ¡Cómo se abandona en Dios sin reservas! (RM, 18).
La fe dolorosa de María llega a su culmen cuando ella se encuentra de pie junto a la cruz de Su Hijo. Allí «Se condolió vehementemente con Su Hijo», allí «Se asoció con corazón de madre a su sacrificio», allí «Consintió con amor en la inmolación de la víctima engendrada por ella misma» (LG, 58). Es admirable ver la entereza de María, expresada por las palabras del evangelista: «Estaba de pie junto a la cruz de Jesús» (Jn 19, 25). Allí María no era una mujer pasiva, que se dejaba llevar por la violencia y vehemencia de los más dispares sentimientos. Allí María era una mujer dueña de sí misma, consciente de su función. Nada la separó de Su Hijo: con-sufrió su misma pasión; se asoció como madre a Su sacrificio, y dió su sí a la radicalidad de amor de Su Hijo, que amó sin calcular las consecuencias, hasta el extremo. La pasión cruenta de Su Hijo tuvo una réplica exacta en la pasión incruenta de la madre. En ese trance amargo Maria vive desde la fe. Ella ve que, aparentemente, se desmienten aquellas palabras del ángel: «El será grande, el Señor Dios le dará el trono de David... Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de los siglos y su reino no tendrá fin». María asiste al fin de Jesús. Es verdad que sobre la cruz habían colocado un rótulo que decía «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos» (Jn 19, 19; Mc 15, 26); no se trataba de un título honorífico, sino de una forma sarcástica de hacer público el motivo de su condena. ¡Este es el fin del reino de Jesús! Maria cree, sin embargo, que la palabra de Dios se cumplirá. Por eso no huye, como los discípulos. Por eso participa en la más profunda kénosis de la fe que se haya dado en la historia de la humanidad. María acepta la espada (RM, 18). Si, en el origen de la humanidad, la mujer se había amigado con la serpiente convirtiéndose en madre de la muerte, ahora, en la plenitud de los tiempos, la mujer entra en enemistad con la serpiente, actúa desde la obediencia de la fe, una fe heroica, se abandona a Dios sin reservas y así se convierte en madre del discípulo amado, nueva Eva, «madre de los vivientes».

ORACIÓN:

Padre de la vida, Tú no quieres la muerte de tus hijos, ni te recreas en la destrucción de tus criaturas; Tú eres compasivo y misericordioso; por eso, com-padeciste la muerte de Tu Hijo Jesús; en su muerte te quedaste sin palabra; un misterioso abandono entró en Tu misterio trinitario y María se convirtió en el rostro materno de Tu soledad, en el símbolo femenino de tu compasión...
Concédenos, a imitación de ella, vivir estrechamente unidos a Ti, aun en medio de las más serias dificultades; haz que, fijando nuestro corazón en Ti, no temamos el rostro horrible de la muerte. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
AMÉN

Día litúrgico: Lunes XI del tiempo ordinario, 18 de Junio del 2012 "Ojo por ojo y diente por diente"’


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Lunes XI del tiempo ordinario, 18 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 5,38-42):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».
MEDITACIÓN:
Hoy, Jesús nos enseña que el odio se supera en el perdón. La ley del talión era un progreso, pues limitaba el derecho de venganza a una justa proporción: sólo puedes hacer al prójimo lo que él te ha hecho a ti, de lo contrario cometerías una injusticia; esto es lo que significa el aforismo de «ojo por ojo, diente por diente». Aun así, era un progreso limitado, ya que Jesucristo en el Evangelio afirma la necesidad de superar la venganza con el amor; así lo expresó Él mismo cuando, en la Cruz, intercedió por sus verdugos: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
No obstante, el perdón debe acompañarse con la verdad. No perdonamos tan sólo porque nos vemos impotentes o acomplejados. A menudo se ha confundido la expresión “poner la otra mejilla” con la idea de la renuncia a nuestros derechos legítimos. No es eso. Poner la otra mejilla quiere decir denunciar e interpelar a quien lo ha hecho, con un gesto pacífico pero decidido, la injusticia que ha cometido; es como decirle: «Me has pegado en una mejilla, ¿qué, quieres pegarme también en la otra?, ¿te parece bien tu proceder?». Jesús respondió con serenidad al criado insolente del sumo sacerdote: «Si he hablado mal, demuéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,23).
Vemos, pues, cuál debe ser la conducta del cristiano: no buscar revancha, pero sí mantenerse firme; estar abierto al perdón y decir las cosas claramente. Ciertamente no es un arte fácil, pero es el único modo de frenar la violencia y manifestar la gracia divina a un mundo a menudo carente de gracia. San Basilio nos aconseja: «Haced caso y olvidaréis las injurias y agravios que os vengan del prójimo. Podréis ver los nombres diversos que tendréis uno y otro; a él lo llamarán colérico y violento, y a vosotros mansos y pacíficos. Él se arrepentirá un día de su violencia, y vosotros no os arrepentiréis nunca de vuestra mansedumbre».
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

ORAR PARA LLEGAR A SER QUIEN DIOS HA SOÑADO QUE SEAS...


EL PODER DE LA ORACIÓN
ORAR PARA LLEGAR A SER QUIEN DIOS HA SOÑADO QUE SEAS...

Dios sueña. Nuestro buen Dios, cuyo rostro hemos conocido en la persona de Jesús de Nazareth, es Dios-que-sueña. Esto lo sabemos porque podemos contemplar, en Jesús, al soñador apasionado por el Reino de Dios, y Jesús mismo nos dice: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14, 8-9). Así que nuestro Padre Dios sueña con pasión.
Y tú eres parte del sueño de Dios. Dios te ha soñado y has sido llamado a la vida para llegar a ser quien Él sueña que seas.

♦ Por eso, orar es entrar en su presencia, para estar con Él y en Él.
♦ Oramos tomando conciencia de que habitamos en su amor soñador que nos hace vibrar y nos contagia para que soñemos también como sueña Jesús.
♦ Oramos, porque hemos puesto nuestra confianza en el anhelo de Jesús.
Oramos porque Jesús confía en nosotros y nos invita a ser parte de su anhelo de amor y justicia, de nueva humanidad en todas partes.
♦ Oramos porque Jesús nos llama y nos invita a estar con Él.
♦ Oramos para estar con Jesús y sintonizar con su corazón soñador.
♦ Oramos para indignarnos con lo que a Jesús indigna cuando exclama "Ay de vosotros..." contra quienes practican, en nombre de Dios, la hipocresía y el abuso (Mt 23, 14-36).
♦ Oramos para actuar con valentía y como actúa Jesús cuando se enfrenta en el templo a quienes buscan sólo su propio beneficio a costa de lucrarse con la fe de los demás (Jn 2, 13-22).
♦ Oramos para amar; con ese amor apasionado que siente Jesús hacia Dios. Ese amor que le hace soñar que sea Dios quien reine en la vida, aun por encima de sus gustos y deseos personales. Ese amor por el que puede exclamar primero "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú." (Mt 26,39) y después, en medio de la más honda angustia y dolor, poder seguir gritando ¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?, esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?» (Mt 27, 46). Sólo por pasión es que Jesús pudo morir gritando: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» (Lc 23,46). El amor apasionado de Jesús le hace anhelar que Dios reine, lo mismo cuando hay serenidad y certezas que cuando hay dolor y confusión. Que Dios reine y sus deseos se cumplan en la historia, en todos y cada uno de los momentos más significativos de la vida humana... Desde el nacimiento hasta lo más misterioso de la muerte.
♦ Oramos para amar, con el amor apasionado de Jesús, a las personas, a la creación toda. En los gestos de Jesús descubrimos los gestos del Dios apasionado por la vida, por la libertad, por la justicia, por la fraternidad y por el amor hasta el límite. Jesús ama y pasa la vida haciendo el bien. Devuelve la vida a Lázaro (Jn 11, 1-44), al hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 12ss); se desvive sirviendo y curando (Mc 6, 31ss), incluye en su vida a los marginados y rechazados (Lc 7, 36-40; 10,29-37; 15, 2) y consuela y anima sin cesar diciendo "no tengáis miedo" (Mt 10, 26).

Por eso también en Jesús tenemos el modelo para seguir en la vida: El modo de ser y relacionarse consigo mismo en libertad, de relacionarse con Dios en la plena confianza, de relacionarse con los demás en el amor fraterno y en la amistad generosa y el modo de relacionarse con la creación en la responsabilidad y la solidaridad.
46 Jornada Mundial de Oración por las vocaciones - Jueves 25 de Marzo del 2010
(Fuente: CiudadRedonda.com)

CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES...


CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES...
Querido papá (mamá):
No me des todo lo que te pida,
a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar y hasta donde puedo llegar...
No me grites, te respeto menos cuando lo haces,
y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
No des siempre órdenes...
Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas con suavidad y dulzura yo lo haría más rápido y con más gusto...
Cumple las promesas, buenas o malas...
Si me prometes un premio dámelo,
pero también cumple si fuese un castigo...
No me compares con nadie,
especialmente con mis hermanos...
Si tu me haces lucir mejor que los demás alguien va a sufrir,
y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra...
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer:
decídete y mantén esta decisión...
Déjame valerme por mí mismo,
sí tu haces todo por mí yo nunca podré aprender...
No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti,
aunque sea para sacarte de un apuro...
Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices...
Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice... ¡A veces ni yo mismo lo sé...! Ten la paciencia de explicarme la diferencia entre lo bueno y lo malo...
Cuando estés equivocado en algo admítelo
y crecerá la opinión que yo tengo de ti.
Sólo así me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
No me digas que haga una cosa si tu no la haces ni me das el ejemplo...
Yo aprenderé y haré siempre lo que tu hagas aunque no lo digas,
pero nunca haré lo que tu digas y no hagas... Recuerda que me gusta imitar tu comportamiento...
Enséñame a amar y conocer a Dios y a María nuestra Máma,
no importa si en el colegio me quieren o no quieren enseñar
porque de nada vale si yo veo que tu no conoces ni amas a Dios.
Cuando te cuente un problema mío no me digas:
"No tengo tiempo para boberías o eso no tiene importancia o ahorita no puedo..." ¿Escúchame porfavor pues en ocaciones me siento solo y también con miedo...
Trata de comprenderme y ayudarme...
Y quiéreme, díme que me amas... Hazlo cuantas veces puedas. Necesito y me gusta oírtelo decir aunque tu no creas que sea necesario decírmelo...
Gracias papá...Gracias mámá por atender a estas letras que les escribo...
Un(a) hijo(a) que les ama...

LA ORACIÓN DE UN PADRE


LA ORACIÓN DE UN PADRE
Dame: ¡Oh Dios!
Un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo...
Un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada y humilde y magnánimo en la victoria...

Dame, Oh Señor,
Un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho; Un hijo que sepa conocerte a ti y conocerse a sí mismo, que es la piedra fundamental de todo conocimiento...

Condúcelo, mi buen Jesús te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos...
Allí, déjalo aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan...

Dame, Te lo suplíco, Padre,
Un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales sean altos...
Un hijo que se domine a sí mismo antes de pretender dominar a los demás...
Un hijo que aprenda a reir pero que también sepa llorar,
Un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca olvide el pasado...

Y después, que le hayas dado todo esto te suplico, con todo mi corazón, entregarle suficiente sentido del buen humor, de modo que pueda ser siempre serio, pero que no se tome a sí mismo demasiado en serio...
Dale humildad para recordar siempre la sencillez de la verdadera sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza...

Entonces, yo su padre (Madre), me atreveré a murmurar:
¡No he vivido en vano!
¡Gracias, Señor Jesús y Padre Eterno, por escuchar mi plegaria!
Así sea, Señor, si esa fuere Tu Voluntad...

"Dia del Padre..."


ESPECIALMENTE PARA AQUELLOS QUE SON PAPÁS...
PARA AQUELLOS QUE HAN RECIBIDO LA BENDICIÓN DE TOMAR ESTE LUGAR...
PARA AQUELLAS MADRES VALIENTES QUE LUCHAN SOLAS Y A QUIENES DIOS LES ASIGNÓ UN DOBLE PAPÉL: ¡Dios les bendiga a todos...!
"Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Fui yo quien enseñé a andar a Efraín, y lo tomé en mis brazos; pero no han comprendido que era yo quien los cuidaba. Con cuerdas de ternura, con lazos de amor, los atraía; fui para ellos como quien levanta a un niño hasta sus mejillas o se inclina hacía él para darle de comer" (Os 11,1-4).

Conocemos muy bien a un bebé, muchas veces lo hemos sostenido en los brazos. Su fragilidad despierta en nosotros los más nobles sentimientos de afecto. Sus ojos deslumbrados por la luz y su boca entreabierta que busca el alimento nos hacen apreciar los dones más elementales de Dios para la vida. La ternura con que lo miran sus padres nos hace penetrar en el más puro signo de los valores humanos. Su debilidad lo hace más fuerte que nuestras seguridades de adultos; su invalidez, más deseable que cualquier riqueza; su indigencia más necesaria que nuestras llenuras. Ese bebé es la gloria de sus padres y, me atrevería a decir, es también la gloria de la humanidad: en su pequeñez resplandece, sin velos, todo lo que es más valioso del hombre.
En los padres que lo aman y cuidan de él, desde pequeño descubre la fidelidad y la esperanza. Cuando se sabe querido y se da cuenta de que sus necesidades son atendidas por quienes lo trajeron a este mundo, aun sin poder expresarlo todavía, se va formando la conciencia de que su vida humana es algo muy valioso, un tesoro sagrado que nadie puede arrebatarle.
La paternidad es un don muy valioso que Dios concede a los hombres, de Él los seres humanos debemos aprender a ser padres o madres. Por puro amor Él nos ha dado la vida, sin buscar un interés para sí mismo, excepto la dicha de amarnos como Padre y de vernos crecer como sus hijos. Él nos educa con una ley que no ha impuesto como un capricho de quien tiene el mando, sino solo para nuestro bien, porque de nuestra conducta Él no puede sacar ningún provecho. Como Padre nos ha corregido, con firmeza cuando era necesario, para acogernos de nuevo con misericordia cuando nos hemos alejado. Con amorosa providencia ha estado a nuestro lado en cada momento, con su presencia silenciosa, atendiendo a todo cuanto de verdad necesitamos; pero sin concedernos lo que nos ilusionaba conseguir cuando se trataba de caprichos.
Y es Él quien nos acompaña como el guía del camino por medio de su Hijo ("Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mí", Jn 14,16) hasta que al final de la vida en este mundo entremos a vivir en su casa, que será también la nuestra para siempre. La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana.
Un buen padre no da todo hecho a sus hijos. Aquel que dice: "Yo no permito que nunca les falte nada, para que no sufran como yo", en el fondo les está impidiendo construir su propia vida. Con esta conducta los bloquea, de modo que no puedan madurar y aprender a afrontar los problemas que el mundo de seguro les pondrá delante. ¿Y que harán de adultos, cuando ellos deban tomar las riendas de su propia existencia? ¿Y qué cuando el papá les falte? Otra cosa es dar a un hijo lo necesario, sobre todo aquello de que, en su infancia, no es capaz por sí mismo: acompañarlo con cariño, ofreciéndole la orientación conveniente y enseñándole el camino de la moral y de los valores que deben tener peso en sus futuras decisiones.
Un padre digno de ese nombre sabe corregir a su hijo, no para descargar sobre él su ira porque éste no ha obedecido sus órdenes, sino movido por el amor para que el joven inexperto aprenda a evitar lo que le hará daño en su existencia. "Hijo mío, no rechaces la instrucción del Señor ni te enojes por su corrección, porque el Señor corrige a quién ama, como un padre a su hijo predilecto" (Prov 3, 11,12)

DIOS PADRE: NUESTRO AMOR Y EJEMPLO A SEGUIR

Los cristianos podemos descubrir en Dios Padre el único y mejor modelo para ejercer esta bellísima tarea, tratando de aprender de Él sus principales características:
DIOS PADRE ES AMOROSO:
Amor no egoísta sino generador, genera vida y de ahí su Nombre: "Yahvéh", que significa "Yo soy", es decir, "el que hace existir". El padre terreno también genera vida y debe estar abierto a esa fecundidad. Pero como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "la fecundidad… no solo se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también, a su educación moral y a su formación espiritual…" (2221)

"¡Gracias papá, por dar vida y por dar tu vida al entregarte por tus hijos para formarlos y educarlos según la voluntad de Dios!"

DIOS PADRE ES MISERICORDIOSO:
Porque a pesar de nuestro pecado y desobediencia, nos ofrece el perdón y busca que regresemos a Él. El padre de la tierra debe tener siempre presentes las palabras de San Pablo: "…. Y ustedes padres, no irriten a sus hijos, sino para educarlos, usen las correcciones y advertencias que puede inspirar el Señor" (Efesios 6,4) Educar y corregir, siempre con misericordia, como lo hace nuestro Padre del Cielo.

"¡Gracias papá, por aguantar y perdonar los errores y faltas de tus hijos; pero sobre todo, gracias, por corregirlos con amor, cada vez que están en peligro de apartarse del camino de Dios!"

DIOS ES PADRE PROVIDENTE:
Porque nunca se cansa de darnos todo lo necesario para seguir adelante. El padre terreno también provee, pero no basta conseguir para los hijos el dinero necesario para que no les falte nada material; proveer es también dar lo necesario para un desarrollo físico emocional, intelectual y espiritual. Recordando que el dinero debe estar al servicio de la familia, no la familia al servicio del dinero; ya Jesús lo dijo claramente: "… ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida…?

"¡Gracias papá, por dar todo lo necesario para comida, vestido, salud, estudios…. y, gracias también por las cosas materiales que has negado, así has enseñado a tus hijos a valorar el producto del trabajo humano, para que sean más conscientes y solidarios con los demás!"

DIOS ES PADRE FIEL:
Porque todo lo que nos promete, nos lo cumple. El papá de la tierra debe ser fiel también a todas sus promesas, comenzando por la que hizo ante el altar un día diciendo "prometo amarte y serte fiel en lo próspero y en lo adverso…" ; los hijos valoran y aprenden de la fidelidad de sus padres, más que de todos las palabras que les pudieran decir.

"¡Gracias papá, por ser siempre fiel a tus promesas; por tu presencia y constancia a pesar de tu cansancio!"

DIOS ES PADRE, GUIA Y MAESTRO:
Porque siempre pone en nuestro camino señales que nos lleven hacia Él y porque a través de su Hijo, nos ha dejado enseñanzas muy claras para vivir de acuerdo a su voluntad. El papá de la tierra es también guía y maestro, como lo dice el Catecismo: "…los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos…. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes…. Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos." (#2223)

"¡Gracias papá por enseñar a tus hijos a vivir; gracias sobre todo, por enseñarlos a amar a Dios sobre todas las cosas, haciendo del hogar una escuela de virtudes humanas, como el perdón, respeto, fidelidad, servicio, solidaridad…!"

¡FELIZ DÍA DEL PADRE...!
Dios les bendiga, queridos PAPÁS y con una especial dedicación y sentimiento de gratitud y amor a mi PAPÁ y a Dios por conservarlo aún a mi lado....¡GRACIAS PADRE...! ¡DIOS TE BENDIGA, PAPITO...!
CON AMOR EN CRISTO JESÚS:
RILEGUZ - Inentendible amor de Jesús

Día litúrgico: Domingo XI (B) del tiempo ordinario, 17 de Junio del 2012 "El grano de Mostaza"


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Domingo XI (B) del tiempo ordinario, 17 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mc 4,26-34):
"En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado..."
MEDITACIÓN:
Hoy, Jesús nos ofrece dos imágenes de gran intensidad espiritual: la parábola del crecimiento de la semilla y la parábola del grano de mostaza. Son imágenes de la vida ordinaria que resultaban familiares a los hombres y mujeres que le escuchan, acostumbrados como estaban a sembrar, regar y cosechar. Jesús utiliza algo que les era conocido —la agricultura— para ilustrarles sobre algo que no les era tan conocido: el Reino de Dios.
Efectivamente, el Señor les revela algo de su reino espiritual. En la primera parábola les dice: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra» (Mc 4,26). E introduce la segunda diciendo: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios (…)? Es como un grano de mostaza» (Mc 4,30).
La mayor parte de nosotros tenemos ya poco en común con los hombres y mujeres del tiempo de Jesús y, sin embargo, estas parábolas siguen resonando en nuestras mentes modernas, porque detrás del sembrar la semilla, del regar y cosechar, intuimos lo que Jesús nos está diciendo: Dios ha injertado algo divino en nuestros corazones humanos.
¿Qué es el Reino de Dios? «Es Jesús mismo», nos recuerda Benedicto XVI. Y nuestra alma «es el lugar esencial donde se encuentra el Reino de Dios». ¡Dios quiere vivir y crecer en nuestro interior! Busquemos la sabiduría de Dios y obedezcamos sus insinuaciones interiores; si lo hacemos, entonces nuestra vida adquirirá una fuerza e intensidad difíciles de imaginar.
Si correspondemos pacientemente a su gracia, su vida divina crecerá en nuestra alma como la semilla crece en el campo, tal como el místico medieval Meister Eckhart expresó bellamente: «La semilla de Dios está en nosotros. Si el agricultor es inteligente y trabajador, crecerá para ser Dios, cuya semilla es; sus frutos serán de la naturaleza de Dios. La semilla de la pera se vuelve árbol de pera; la semilla de la nuez, árbol de nuez; la semilla de Dios se vuelve Dios»...
Fr. Faust BAILO (Toronto, Canadá)

¡GRACIAS PADRE...! Para Tí, Padre Santísimo del Cielo...


¡GRACIAS PADRE...!
Domingo 17 de Junio, DÍA DEL PADRE
(Para Tí, Padre Santísimo del Cielo siempre amándonos en una forma Inentendible... Siempre cerca, cuidando y llamándo a nuestro corazón...¡GRACIAS PADRE!)

Gracias padre, hoy te vengo a dar
He venido hasta tus pies
Solo para agradecer
Solo para darte gracias
Pues no encuentro otras palabras, en mi ser...

Gracias padre, yo se que te he hecho llorar
Al ser un mal agradecido,
Al no haberte obedecido
Y aun así tu amor me has dado
Y aun así no me has dejado
No te has ido de mi lado, y hoy te vengo a dar.

Gracias padre, por tu amor en una cruz
Por amarme de tal forma
Por mandar a Jesús, a tu hijo Jesús
Gracias padre, por tu amor y tu bondad
Por tu fuerza y tu amistad
Por ser un padre leal, siempre leal.

Gracias padre, por los pequeños y bellos detalles
Por casa cosa que me has dado
Por cada cosa que has negado
Y más que eso gracias padre, por ti mismo y lo que eres
Por ti mismo y como eres
Hoy te vengo a dar.

Gracias padre, por tu amor en una cruz
Por amarme de tal forma
Por mandar a Jesús, a tu hijo Jesús
Gracias padre, por tu amor y tu bondad
Por tu fuerza y tu amistad
Por ser un padre leal, siempre leal.

Gracias padre, por las buenas por las malas
Porque has estado a mi lado siempre
Por tu amor de Dios, mi Señor.
Gracias padre, gracias padre...
Gracias, gracias...
(Letra: Martín Valverde)

Hoy hace 10 años fue Canonizado el PADRE PÌO "Nadie, que yo sepa, ha quedado indiferente tras explorar su colosal figura"


Hoy hace 10 años fue Canonizado el PADRE PÌO "Nadie, que yo sepa, ha quedado indiferente tras explorar su colosal figura"
(José María Zavala, escritor)

«Nadie, que yo sepa, ha quedado indiferente tras explorar la colosal figura del Padre Pío»

El 16 de junio de 2002 tuvo lugar en la Plaza de San Pedro, en Roma, la mayor ceremonia de canonización jamás vista. Fue honrado así uno de los más grandes santos del siglo XX, nacido en 1887 en Pietrelcina (Italia) y muerto en 1968 en el convento de San Giovanni Rotondo donde pasó, prácticamente sin salir, su último medio siglo de vida.
Su confesonario y su misa reunían a multitudes venidas de todo el mundo, atraídas por la santidad que evidenciaban, entre otros signos, los estigmas de la Pasión que le acompañaron desde muy joven y las conversiones y milagros obtenidos por su intercesión.
Y eso ocurrió en vida, pero sobre todo después de muerto, como explica a ReL el escritor José María Zavala, autor de Padre Pío. Los milagros desconocidos del santo de los estigmas (LibrosLibres).
¿Ha hecho más ruido el Padre Pío en estos diez años que en vida, como prometió una vez con sentido del humor?
Se cuentan ya por centenares, e incluso por millares, las conversiones y/o curaciones por intercesión de este gran santo en todo el mundo desde su canonización por Juan Pablo II, tal día como hoy pero de hace diez años. Y aun así, da la impresión de que sólo conocemos la punta del iceberg de la gran obra que, por su intercesión, sigue haciendo hoy el Señor en las almas de todos los pecadores.
De hecho, la quinta edición de su libro hubo de incluir un capítulo especial con casos conocidos presicamente a raíz de su publicación. A punto de salir la séptima edición, ¿tendría nuevos casos que contar?
Anteayer mismo recibí el último testimonio en mi correo electrónico: el de Irene, quien, tras leer el libro del Padre Pío empezó a rezar la novena al santo para que ella y su marido encontrasen trabajo. Pues antes incluso de terminarla hallaron los dos un empleo... ¡en plena crisis económica! ¿Acaso no es un verdadero milagro?
¿Y alguna curación milagrosa?
Hablando de milagros, puede usted imaginarse la ilusión que me hizo constatar que Ricardo, un viejo compañero de estudios al que no veía desde el colegio, se ha curado por fin de un cáncer de colon por intercesión del Padre Pío. Tras treinta años sin verle, apareció en una de las charlas sobre el Padre Pío que dio el también sacerdote capuchino Elías Cabodevilla. Al final, Ricardo se acercó a verme para darme la tremenda noticia: "José María, me estoy muriendo", sentenció. Acto seguido, me explicó que los médicos le habían dado tan sólo un 5 por ciento de posibilidades de seguir con vida tras extirparle parte del hígado a causa de una metástasis.
En la última cirugía, le abrieron en canal para echarle quimioterapia "a granel" y quemar las células cancerígenas con más bien nulas esperanzas de salvación.
¿Cuál era su estado de ánimo?
"José María", añadió él, con una serenidad que me conmovió, "no me da miedo morir; lo tengo asumido. Lo único que me preocupa es dejar viuda y dos niños de once y diez años..." Pensé entonces, emocionado, en que yo también tenía dos hijos de esa misma edad.
¿Y le habló del Padre Pío?
"Tranquilo, que te vas a curar", osé decirle. Y añadí, de corazón: "Esta misma noche empezamos a rezar mi esposa, mis hijos y yo la novena al Padre Pío por ti; haz tú lo mismo". Las pruebas médicas posteriores evidenciaron su inexplicable curación.
¿Y alguna conversión de la que haya tenido noticia recientemente?
¿Más milagros? Esther ha experimentado su propia conversión y la de su pareja con la que convivía desde hacía siete años sin estar casada por la Iglesia. Hace unos meses contactó conmigo para anunciarme que acababa de poner en marcha su proceso de nulidad para que tanto ella como él pudiesen contraer santo matrimonio algún día si era la voluntad de Dios. “Desde que leí el libro, rezo todos los días al Padre Pío para que me ayude a ser mejor”, me dijo Esther. Gloria a Dios.
¿Cuándo conoció usted al Padre Pío y cómo ha influido en su vida?
Hace poco más de cuatro años, unos amigos nos invitaron a ver una película sobre el Padre Pío en su casa, producida por la RAI italiana para la televisión. Por el camino, le dije ya a mi esposa que me parecía un rollazo tragarnos la película de un fraile, que encima duraba más de tres horas. Pero, a medida que la veía, sentí que algo se removía en mi interior. Hasta el punto de que esa misma noche, al regresar a casa, me puse a investigar en Internet la vida del Padre Pío. Me impactó que tuviese los estigmas del Señor en manos, pies y costado durante cincuenta años consecutivos, y que hubiese muerto como quien dice “anteayer”, en 1968, sin que yo tuviese la menor noticia de su existencia.

Y se puso a trabajar...
El Padre Pío irrumpió así en mi vida y me eligió, pese a todas mis miserias, como instrumento para darle a conocer en España y hacer el bien a tanta gente necesitada de Dios a través de un libro que no para de venderse. Desde que conozco al Padre Pío, recibo su ayuda para ser mejor persona y preocuparme por los demás. Nadie, que yo sepa, ha permanecido indiferente tras explorar la colosal figura del Padre Pío.
Para este libro y posteriormente ha visitado varias veces la tumba del santo de Pietrelcina. ¿Vale la pena ir allí como lugar de peregrinación?
En San Giovanni Rotondo se encuentra el convento donde el Padre Pío vivió más de cincuenta años. Si uno acude allí con fe y sencillez de espíritu, sentirá su presencia. Igual que Teresa, quien, pese a estar alejada de Dios, viajó allí con su madre en busca del gran milagro que curase a ésta de un tumor en el cerebelo. Cuando regresaron a Madrid, tras una semana implorando la intercesión del Padre Pío, la madre estaba curada y la hija, convertida. El caso se relata con todo detalle en el libro; como muchos otros que yo mismo he presenciado.
Más allá de los favores obtenidos por su intercesión, ¿cuál es el mensaje del Padre Pío que lo hace tan actual para nuestro tiempo?
Como dijo el Papa Benedicto XV, “el Padre Pío es uno de esos hombres extraordinarios que el Señor envía de vez en cuando a la tierra para convertir a las almas”. Y sin remontarnos tanto en el tiempo, monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, aseguró en la presentación del libro que el santo italiano fue suscitado por Dios “para sacudir la incredulidad de nuestro siglo y para escándalo de las mentes secularizadas”. El Padre Pío nos recuerda que Jesucristo murió en la cruz por Amor, para salvarnos del pecado, y que con ayuda de la gracia santificante debemos parecernos lo más posible a Él...

Fiesta del Inmaculado Corazón de la Virgen María (16 de junio del 2012)


Fiesta del Inmaculado Corazón de la Virgen María
(16 de junio del 2012)
María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad... La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre. Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.
Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi. Santa María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús.
Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes. Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás. El Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos de sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza, en el auténtico sentido.
Al escoger los caminos concretos entre la variedad de las posibilidades, que como a toda persona se le ofrece, María, preservada de toda mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente a la dirección de tales dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa por el Plan de Dios.
Ella, quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el encuentro pleno con Dios Amor...

El Corazón Inmaculado de María


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Sábado después del Domingo II después de Pentecostés: El Corazón Inmaculado de María
16 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Lc 2,41-51):
"Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón..."
MEDITACIÓN:
Hoy celebramos la memoria del Corazón Inmaculado de María. Un corazón sin mancha, lleno de Dios, abierto totalmente a obedecerle y escucharle. El corazón, en el lenguaje de la Biblia, se refiere a lo más profundo de la persona, de donde emanan todos sus pensamientos, palabras y obras. ¿Qué emana del corazón de María? Fe, obediencia, ternura, disponibilidad, espíritu de servicio, fortaleza, humildad, sencillez, agradecimiento, y toda una estela inacabable de virtudes.
¿Por qué? La respuesta la encontramos en las palabras de Jesús: «Donde está tu tesoro allí estará tu corazón» (Mt 6,21). El tesoro de María es su Hijo, y en Él tiene puesto todo su corazón; los pensamientos, palabras y obras de María tienen como origen y como fin contemplar y agradar al Señor.
El Evangelio de hoy nos da una buena muestra de ello. Después de narrarnos la escena del niño Jesús perdido y hallado en el templo, nos dice que «su madre guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2,51). San Gregorio de Nisa comenta: «Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón purificado». ¿Qué guarda María en su corazón? Desde la Encarnación hasta la Ascensión de Jesús al cielo, pasando por las horas amargas del Calvario, son tantos y tantos recuerdos meditados y profundizados: la alegría de la visita del ángel Gabriel manifestándole el designio de Dios para Ella, el primer beso y el primer abrazo a Jesús recién nacido, los primeros pasos de su Hijo en la tierra, ver cómo iba creciendo en sabiduría y en gracia, su “complicidad” en las bodas de Caná, las enseñanzas de Jesús en su predicación, el dolor salvador de la Cruz, la esperanza en el triunfo de la Resurrección...
Pidámosle a Dios tener el gozo de amarle cada día de un modo más perfecto, con todo el corazón, como buenos hijos de la Virgen...
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España