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sábado, 12 de mayo de 2012

"El Escapulario, signo mariano..."


El escapulario, signo mariano

El Escapulario ahonda sus raíces en la larga historia de la orden Carmelita, donde representa el compromiso de seguir a Cristo como María, modelo perfecto de todos los discípulos de Cristo. Este compromiso tiene su origen lógico en el bautismo que nos transforma en hijos de Dios. La Virgen nos enseña a vivir abiertos a Dios y a su voluntad, manifestada en los acontecimientos de la vida; a escuchar la voz (palabra) de Dios en la Biblia y en la vida, poniendo después en práctica las exigencias de esta voz; a orar fielmente sintiendo a Dios presente en todos los acontecimientos. A vivir cerca de nuestros hermanos y a ser solidarios con ellos en sus necesidades.


Eterna gratitud al Dr.Huber Bech por este valioso aporte.

El Evangelio del AMOR. Del Amor MUTUO: Santo Evangelio según San Juan 15,9-17, Domingo 13 de Mayo del 2012

Estamos ya en el último Domingo de Pascua, el Sexto. No hay ningún pedazo de la Palabra del Señor, de, los cuatro Evangelistas, en donde de manera alguna, Jesús olvide de mencionar de alguna forma u otra, alguna expresión de Amor. No hay. Sin embargo hay algunas partes, sobre todo el del Evangelista San Juan, que hemos venido tocando en los Evangelios de todos los Domingos de esta Pascua, como particularmente lo hace el de este Día Domingo 13 de Mayo ( Día de la Virgen de Fátima ), El Evangelio del AMOR. Del Amor MUTUO !!!. El del Amor de expresión mutua, como sincera muestra de Amor y Amistad con Jesús. Efectivamente, se han hecho muchas alusiones a esta parte del Evangelio de Juan que dice textualmente las palabras maravillosas del Salvador: " Que no hay mayor AMOR, que el que se ofrece por un Amigo" y es lo mas cierto y claro de la Palabra: Jesús lo hizo. Su origen es precisamente, este Evangelio de Juan. El Amoroso Evangelista y Teólogo, San Juan. Y es que Jesús siempre predicó anteponiendo El Amor a toda otra virtud o circunstancia. Jesús plasmaba el Amor como la mayor Bondad que podría expresar el Ser Humano y mas cuando esta era la expresión de un Hombre a su Prójimo. A otro ser Humano. Esta era la Mayor expresión de Trascendencia que ser Humano alguno podría experimentar o sentir. Amar y sentirse Amado. Como nos insistió Jesús en su Palabra de que de "Esto se trataba todo". En el Amor esta resumido TODO !!!!!
Dice la Reflexión:
El mandamiento nuevo del amor va a caracterizar a los creyentes en medio del mundo. Este amor mutuo es la señal de la amistad con Jesús. El hombre entra en el círculo de los amigos de Jesús, alejándose del círculo de esclavo, porque participa de la intimidad de Jesús al compartir los secretos que Él ha recibido del Padre.
Y no hay amor más grande que el que da la vida por los amigos. Sólo en este círculo de enseñanza y de experiencia se entiende la formulación ofrecida por el evangelista. Se trata de un amor mutuo, interpersonal, creativo.
Todas las personas son valoradas con otros baremos. Por eso son invitados a participar de esta experiencia todos los creyentes sin excepción. Y si el hombre actual necesita volver a las raíces de la alegría profunda y verdadera, necesita aún con más urgencia, el compromiso ético de una relación interpersonal que supere todas las barreras que la impiden.
Ángel Fontcuberta
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14 Vosotros sois mis amigos,

si hacéis lo que yo os mando.
15 En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor.

Desde ahora os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre.
12 Mi mandamiento es éste:
Amaos los unos a los otros,
como yo os he amado.

13 Nadie tiene amor más grande que quien da la vida
por sus amigos.
        En este se encierra y resume todo mandamiento
de la Ley de Dios !!!
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AL ESTILO DE JESÚS
Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ha querido apasionadamente. Los ha amado con el mismo amor con que lo ha amado el Padre. Ahora los tiene que dejar. Conoce su egoísmo. No saben quererse. Los ve discutiendo entre sí por obtener los primeros puestos. ¿Qué será de ellos?
Las palabras de Jesús adquieren un tono solemne. Han de quedar bien grabadas en todos: "Éste es mi mandato: que os améis unos a otros como yo os he amado". Jesús no quiere que su estilo de amar se pierda entre los suyos. Si un día lo olvidan, nadie los podrá reconocer como discípulos suyos.
De Jesús quedó un recuerdo imborrable. Las primeras generaciones resumían así su vida: "Pasó por todas partes haciendo el bien". Era bueno encontrarse con él. Buscaba siempre el bien de las personas. Ayudaba a vivir. Su vida fue una Buena Noticia. Se podía descubrir en él la cercanía buena de Dios.
Jesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo. Al entrar un día en la pequeña aldea de Naín, se encuentra con un entierro: una viuda se dirige a dar tierra a su hijo único.
A Jesús le sale desde dentro su amor hacia aquella desconocida: "Mujer, no llores". Quien ama como Jesús, vive aliviando el sufrimiento y secando lágrimas.
Los evangelios recuerdan en diversas ocasiones cómo Jesús captaba con su mirada el sufrimiento de la gente. Los miraba y se conmovía: los veía sufriendo, o abatidos o como ovejas sin pastor. Rápidamente, se ponía a curar a los más enfermos o a alimentarlos con sus palabras. Quien ama como Jesús, aprende a mirar los rostros de las personas con compasión.
Es admirable la disponibilidad de Jesús para hacer el bien. No piensa en sí mismo. Está atento a cualquier llamada, dispuesto siempre a hacer lo que pueda. A un mendigo ciego que le pide compasión mientras va de camino, lo acoge con estas palabras: "¿Qué quieres que haga por ti?". Con esta actitud anda por la vida quien ama como Jesús.
Jesús sabe estar junto a los más desvalidos. No hace falta que se lo pidan. Hace lo que puede por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiar confianza en Dios. Pero no puede resolver todos los problemas de aquellas gentes.
Entonces se dedica a hacer gestos de bondad: abraza a los niños de la calle: no quiere que nadie se sienta huérfano; bendice a los enfermos: no quiere que se sientan olvidados por Dios; acaricia la piel de los leprosos: no quiere que se vean excluidos. Así son los gestos de quien ama como Jesús.
José Antonio Pagola
Bilbao - España
13 de mayo de 2012
6 Pascua (B)
Juan 15,9-17


Con todo Aprecio y Afecto !!!
Mario R.L.
Especial gratitud para Cardio L'Día
Dr. Mario R.L.
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"LA VIDA OCULTA DE MARÍA", la obra que recoge las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerich (Fragmentos de sus visiones)

 
Este es un pequeño reportaje sobre el libro sobre la Virgen María de la Beata Ana Catalina Emmerich.

Una selección de textos sobre los padres de la Virgen, los nacimientos de María y Jesús, Moisés, la Anunciación, la circuncisión de Jesús, Egipto, etc
"LA VIDA OCULTA DE MARÍA", la obra que recoge las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich sobre la vida de la Madre de Dios que la Sagrada Escritura no cuenta, está causando en estos días un interés sin precedentes.
Aunque ...no son dogma de fe, la Iglesia considera las visiones o revelaciones particulares de gran valor para acercarse, en este caso, a la figura de la Virgen. Se trata de la primera vez que se publican en español estas visiones de la religiosa alemana estigmatizada del siglo XIX.
El libro recoge con minuciosidad las notas tomadas por Clemente Brentano de las visiones de la mística de Dulmen, incluye las narraciones de la religiosa sobre los antepasados de la Virgen, su Inmaculada Concepción, su nacimiento y sus primeros años, el ingreso y la estancia en el Templo, la boda con San José, la Visitación a su prima Isabel, los nacimientos de San Juan Bautista y de Jesús, la caravana de los Reyes Magos, la huida a Egipto, la matanza de los Inocentes, la permanencia de la Sagrada Familia en Egipto y el regreso a Nazaret, la muerte de San José y su estancia en Éfeso con San Juan y el final de su vida terrena.
Religión en Libertad ofrece a sus lectores una selección de textos con las visiones de Ana Catalina sobre el aspecto físico de la Virgen, sus padres Santa Ana y San Joaquín, su nacimiento y el de Jesús, algunos de talles sobre Moisés, la Anunciación, la circuncisión de Jesús, Egipto, etc.

Santa Ana:
«He visto a Ana de pequeña. No era especialmente bonita, pero sí más que otras; no era ni de lejos tan bonita como María, pero era extraordinariamente sencilla y de una piedad infantil, y así la he visto en todas las edades, de doncellita, madre y viejecita; y por eso siempre que he visto una vieja aldeana de aspecto infantil se me ocurría: "Esta es como Ana"».

San Joaquín:
«Joaquín no era nada guapo. San José, incluso cuando ya no era joven, era en comparación un hombre muy guapo. Joaquín era de figura menuda, ancho y sin embargo delgado, y cada vez que pienso en él me veo obligada a reírme, pero era un hombre maravilloso, santo y piadoso además de pobre».

Nacimiento de María:
«Una luz sobrenatural llenó el cuarto y se adensó tejiéndose en torno a Ana. Las mujeres se prosternaron sobre sus rostros, como aturdidas. La luz tomó en torno a Ana toda la forma de aquella figura que tuvo en el Horeb la zarza ardiente de Moisés, así que ya no pude ver nada más de Ana. La llamas irradiaba completamente hacia adentro, y entonces de repente vi que Ana recibió en sus manos la refulgente Niña María, la envolvió en su manto, la apretó contra su corazón y luego la puso desnuda en la banqueta delante del relicario y siguió rezando.
Entonces oí llorar a la niña y vi que Ana sacó los pañales que guardaba debajo de su gran velo y la envolvió. Fajó a la niña en colores gris y rojo hasta debajo de los brazos, y dejó desnudos el pecho, los brazos y la cabeza. Entonces desapareció de su alrededor la aparición de la zarza ardiente».

Moisés:
«Moisés era pelirrojo, muy alto y ancho de hombros. Su cabeza era muy alta y en punta como un pilón de azúcar y tenía la nariz grande y curvada. En la parte superior de su amplia frente tenía dos prominencias como cuernos, que estaban vueltas una hacia otra; no eran rígidas como los cuernos de los animales, sino de piel blanda y como rayada o estriada. Solo sobresalían un poco, como dos colinas parduzcas y arrugadas en la parte superior de la frente. De pequeño ya las tenía en forma de verruguitas. Estas protuberancias le daban un aspecto prodigioso, y nunca las pude sufrir porque me recordaban involuntariamente imágenes del demonio. He visto varias veces protuberancias de éstas en la frente de ancianos profetas y ermitaños; algunos solo tenía una en medio de la frente».


Jerusalen:
«Cuando voy por las calles de la actual Jerusalén para hacer el Viacrucis, muchas veces veo debajo de un edificio en ruinas una gran arcada que en parte está derruída y en parte llena de agua que ha entrado allí. El agua llega actualmente al tablero de la mesa, en cuyo centro se levanta una columna en torno a la cual cuelgan cajas llenas de rollos escritos. Debajo de la mesa también hay en el agua más rollos escritos. Estos subterráneos deben ser sepulcros; se extienden hasta el Monte Calvario. Creo que esta es la casa que habitó Pilatos. A su tiempo se descubrirá este tesoro de manuscritos».

La Virgen María:
«La Santísima Virgen tenía el cabello rojizo y muy abundante, y las cejas negras, altas y finas; la frente muy alta; grandes ojos entornados con grandes pestañas negras; nariz recta, larga y fina; una boca muy noble y amable; la barbilla puntiaguda; estatura mediana, y sus andares con sus ricos atavíos eran suaves, graves y castos».

Anunciación:
«Cuando esta luz penetró en su costado derecho, la Santísima Virgen se volvió totalmente traslúcida y como transparente y fue como si ante esta luz, la opacidad se retirara como la noche. En ese momento María estaba tan traspasada de luz que nada de ella parecía oscuro o encubierto, toda su persona estaba resplandeciente y lúminosa.
Después vi desaparecer al ángel y retirarse el haz de luz que salía de él. Fue como si desde el cielo hubieran reabsorbido aquel torrente de luz. Mientras la luz se retiraba, cayeron sobre la Santísima Virgen muchos capullos de rosas blancas, cada una con una hojita verde».

Nacimiento:
«El resplandor en torno a la Santísima Virgen se hacía cada vez mayor y ya no se veía la luz de la lámpara que había encendido José. La Santísima Virgen estaba vuelta a Oriente y arrodillada sobre su colcha de dormir con su amplio vestido suelto y extendido en torno a ella.
A las doce de la noche se quedó arrobada en oración; la vi elevarse sobre la Tierra de modo que podía verse el suelo debajo de ella. Tenía las manos cruzadas sobre el pecho y en torno a ella seguía aumentando el resplandor. Todo estaba entrañable y jubilosamente agitado, incluso las cosas inanimadas, la roca del techo, las paredes, el techo y el suelo de la gruta estaba como viva dentro de aquella luz. Entonces ya no vi más el techo de la gruta, y una vía de luz se abrió entre María y lo más alto del Cielo con un resplandor cada vez más alto».

La cueva del pesebre:
«La Cueva del Pesebre está verdaderamente muy cómoda y tranquila; aquí no viene nadie de Belén y solo pasan por aquí los pastores. En Belén nadie se preocupa de lo que pase en las afueras, pues allí, con tanto forastero, hay mucha gente y muchas aglomeraciones. En Belén se compra y se sacrifica mucho ganado, porque muchos de los presentes pagan sus tributos con ganado. También hay muchos paganos que sirven de criados».

Circuncisión:
«El mango y la hoja del cuchillo eran de piedra; el mango era liso y castaño y tenía una ranura donde iba encajada la hoja, que era del color amarillento de la seda bruta y no me pareció muy afilada.
Hicieron el corte con la punta ganchuda del cuchillo que, abierto, tendría de largo por lo menos un palmo. El sacerdote hirió también al niño con la afilada uña de su dedo, chupó la herida y la roció con agua vulneraria y un calmante de las cajitas.
Puso lo que había cortado entre dos plaquitas redondas y brillantes de color castaño rojizo, que estaban un poco ahondadas en el centro. Era como la cajita muy plana de una materia preciosa que entregaron a la Santísima Virgen. Entonces dieron el niño a la cuidadora que lo vendó y fajó de nuevo en sus pañales. El niño había estado fajado en blanco y rojo hasta los bracitos, pero ahora le envolvieron también los bracitos».

Ofrenda:
«Cuando Mensor se arrodilló y depositó los regalos con conmovedoras palabras de homenaje, inclinó humildemente su cabeza descubierta y cruzó sus manos sobre su pecho. María desnudó la parte superior del cuerpo del Niño, que estaba envuelto en pañales rojos y blancos y al que se le veía brillar tiernamente detrás de su velo; le sujetaba la cabecita con una mano y lo abrazaba con la otra; el niño tenía sus manitas cruzadas sobre el pecho, como si rezara. Relucía amablemente y a veces también hacía de un modo encantador como si agarrara algo en torno a sí».

Egipto:
«Muy extrañada vi ruinas de edificios, grandes trozos de gruesos muros, torres a medias y también templos casi enteros; columnas como torres a las que se podía subir dando vueltas por fuera; altas columnas que por arriba eran delgadas y terminaban en punta, cubiertas completamente de extrañas figuras; y muchas figuras grandes como de perros tumbados con cabeza humana».

Muerte de San José:
«Jesús rondaba los treinta años cuando José se fue debilitando cada vez más. Muchas veces vi que Jesús y María estaban con él y que María se sentaba muchas veces en el suelo delante de su lecho o en un taburete de tres patas, redondo y bajo, que a veces utilizaba de mesa. Los vi comer pocas veces. A San José le llevaban a comer al lecho un plato con tres rebanadas cuadradas blancas como de dos dedos de largo o frutas pequeñas en una taza. Le daban de beber en una especie de ánfora.
Cuando José murió, María estaba sentada a la cabecera de su lecho y lo tenía en brazos, mientras que Jesús estaba junto a su pecho».
 
ESPECIAL GRATITUD AL DR. HUBER BECH POR ESTE VALIOSO APORTE